El desafío de cambiar durante el proceso de cambio
Si
bien sabemos que la Gestión del Cambio es una disciplina joven en el campo de
estudio organizacional, las vertiginosas transformaciones que se producen tanto
en el contexto externo como dentro de las organizaciones, nos llevan a empezar
a replantearnos la vigencia de algunas exitosas metodologías.
John P.
Kotter
ha sido uno de los pioneros en abordar la temática de Cambio Organizacional,
brindando un modelo de aplicación basado en 8 pasos a cumplir para lograr una
transformación efectiva.
1.
Establecer un Sentido de Urgencia
2.
Formar una Coalición de Guía Poderosa
3.
Crear una Visión
4.
Comunicar la Visión
5.
Facultar a los demás para Actuar sobre la Visión
6.
Planificar para, y Crear Ganancias a Corto Plazo
7.
Consolidar las mejoras y Producir aún más Cambios
8.
Institucionalizar nuevos Métodos
Muchas
técnicas se han sustentado en su famoso check list, planificando programas de
cambio que podrían haber llevado hasta 2 años de duración, desde su etapa de
inicial de conciencia y entendimiento hasta su internalización.
Sin
embargo, en los últimos años ha sucedido que mientras intentábamos avanzar
firmes sobre esta metodología teníamos nuevos cambios acechando y volviendo
obsoleto e inadecuados nuestro plan de acción.
¿Qué hacemos entonces frente a este nuevo contexto?
En
primer lugar, probablemente debamos replantearnos la concepción de aquellos
extensos programas, que si bien han sido sumamente eficientes para la
implantación exitosa de transformaciones organizacionales, en la actualidad
podrían resultar inaplicables.
Con
esto no queremos decir que el planteo de Kotter sea incorrecto, por el
contrario, creemos indispensable considerar y ejecutar cada una de las
instancias planteadas, pero deberíamos pensar en nuevas esquemas, probablemente
más acotados o solapados.
Complementario
a este pensamiento, como segundo aspecto podríamos considerar la aplicación de
enfoques más ágiles. Esto significa que podríamos diseñar una metodología más
genérica y amplia, sin rigurosos y detallados planes de acción (que muy
probablemente vayan a cambiar sobre la marcha), para luego redireccionar y
reajustar el plan a medida que nos vamos encontrando con las nuevas
modificaciones en el contexto que surgen día a día. Aquí, podríamos exponer el
solapamiento de etapas que planteamos anteriormente en un breve ejemplo. Al
poco tiempo de haber iniciado la etapa de ejecución
de un proyecto de cambio (y con mucho por implementar aún), podemos rápidamente
aplicar una acción de monitoreo y
volver a replanificar la etapa de
ejecución.
Oportunamente
asignábamos un tiempo considerable en analizar y desarrollar un programa
minucioso. Hoy lo podríamos visualizar como tiempo perdido ó desaprovechado.
Además, solíamos plantear y visualizar a las etapas del proceso como bloques
estancos, cuyo requisito indispensable para el inicio de cada una de ellas era
la finalización de la etapa anterior.
Sin
duda, la implementación de este nuevo enfoque exige trabajar con mayor
flexibilidad sobre lo planteado y agilidad sobre lo nuevo. Redundantemente nos
obliga a ir cambiando sobre el programa de cambio. Es un método que requiere
mayor esfuerzo y desafío, pero permite una ejecución más acorde y eficaz en
nuestros tiempos.
Fuentes:
·
“Liderando
el cambio”, John Kotter, 1996
·
Material
de estudio del HR Executive Program – Universidad Torcuato Di Tella
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